Magdalena Aguilera (ICOM’18) trabaja en Enseña Chile realizando clases de matemáticas en un colegio en Puente Alto
“Cada persona tiene una vocación social distinta y tiene que descubrir cómo aportar a solucionar problemas”, dice la alumni de Ingeniería Comercial.
“Salí de la universidad en 2018 y decidí que quería trabajar en algo que me hiciera sentido. Empecé a ver que existían muchos tipos de fundaciones y organizaciones que hacen aportes sociales, pero al pensarlo me di cuenta de que en verdad quería impactar en educación. Busqué en internet y encontré a Enseña Chile, vi su página y me hizo mucho sentido todo lo que salía: los valores que tenían, cómo veían el problema de la educación y los testimonios de sus participantes. En ese momento mi objetivo era trabajar como Ingeniera Comercial en alguna fundación, entonces postulé para ser parte del área de búsqueda de talentos, encargada del reclutamiento de personas para su Programa de Liderazgo Colectivo”, explica Magdalena Aguilera, Ingeniera Comercial de la Universidad de Los Andes que se encuentra cursando el segundo año del Programa de Liderazgo Colectivo de Enseña Chile, donde recibe formación en liderazgo pedagógico, personal y sistémico mientras trabaja a tiempo completo realizando clases de matemáticas en el Colegio Padre José Kentenich de Puente Alto, en la Región Metropolitana.
“Trabajando ahí durante un año corroboré que aportar en educación era lo que quería hacer y que para eso era muy importante tener experiencia en el terreno para conocer desde dentro el problema. No fue fácil, pero ahí decidí postular al programa y de todas maneras era la decisión que tenía que tomar. Pienso que cada persona tiene una vocación social distinta y que tiene que tornar su vida a poder, desde ahí, aportar a solucionar problemas en las áreas que les interesan con las herramientas que cada uno tiene. Pero para hacerlo es demasiado necesario salir de donde nacimos, ir más allá de nuestro contexto y cultura. En mi caso, mi vocación social es aportar en, uno, la educación, y dos, los contextos más vulnerables. A mí no me tocó personalmente ver o vivir estos problemas antes y por eso sé que tengo que conocerlos desde dentro. Uno puede tener la teoría y saber de cierta forma que existe mucha desigualdad en el país, pero la sala de clases te permite ir haciendo un diagnóstico, te da perspectiva y te permite realmente meterte en el problema”, comenta Magdalena.
Por otra parte, cuenta que se sintió preparada para asumir este desafío porque en Ingeniería Comercial UANDES obtuvo las herramientas para la gestión y una mirada desde la eficiencia que le permite hacer propuestas de soluciones a problemas que ve diariamente en el colegio en que trabaja. “Además, la universidad tiene una mirada social potente e intenta salirse de los esquemas para pensar una sociedad unida, donde hay que tratar de compartir y aportar. Desde mi experiencia personal les diría a quienes estén pensando en postular al Programa de Liderazgo Colectivo de Enseña Chile que pierdan el miedo de dejar en pausa sus carreras profesionales. Esto, al contrario, es una oportunidad donde uno se potencia y se desarrolla muchísimo profesionalmente de una forma más integral, con un foco en las competencias del siglo XXI de las que tanto hablan las empresas: tolerancia a la frustración, perseverancia, ver la riqueza en la diversidad y resolución de conflictos, todas cosas que creo que son muy necesarias en el mundo del trabajo”, detalla la alumni de Ingeniería Comercial UANDES. Y agrega: “La gran riqueza que existe en el Programa de Liderazgo Colectivo de Enseña Chile no es durante sus dos años, sino que después, cuando puedes irte al lugar que quieras, cumplir tu vocación social ya sea desde una empresa, una organización, un colegio, pero ya habiendo tenido los pies bien puestos en el terreno. Entonces, por todos lados es un beneficio gigantesco: por el lado profesional, humano y personal, creo que es una experiencia muy enriquecedora”.