María José Aldunate (OBP’ 2021) vive desde hace tres años en Suiza junto a su esposo y sus dos hijos. Comenta que el término de su carrera fue distinto, ya que justo un día después de terminar su internado viajó a Ginebra y desde ahí hoy celebra el Mes de la Matrona con gratitud por todo lo que la Universidad de los Andes le entregó.

 

Pese a que siempre quiso estudiar algo relacionado con el área de la salud, luego de salir del colegio decidió estudiar Ingeniería Comercial. Ejerció con éxito durante algunos años, hasta que se dio cuenta de que su propósito no estaba ahí. Esa inquietud la llevó a formar parte de la primera generación de Obstetricia en la UANDES.

 

 

Hoy está a la espera de la validación de su título profesional en Europa, sin embargo, ha tenido la oportunidad de asistir a diferentes profesionales en una Casa de Partos, experiencia de la que ha sacado muchas enseñanzas, en especial sobre el rol que juega la madre y la independencia de ésta en esa instancia: “El proceso está supervisado por matronas que acompañan, guían y asisten el parto, pero después de eso es como si estuvieras en tu casa con alguien mirándote, lo que yo creo que es distinto a los modelos que yo conocía en Chile”, explica. 

 

Durante estos años en Ginebra, en los que ha podido conectar con diversas áreas de la obstetricia y perfeccionarse tanto profesional y personalmente, María José conoció el Puerperio extrahospitalario, práctica a través de la cual la madre elige una matrona de acuerdo a sus necesidades y ésta la acompañará a ella y al recién nacido en visitas reguladas a su domicilio durante el primer mes de vida. Sin embargo, mientras esa meta se concreta, en octubre comenzará un nuevo y gran desafío académico: un Máster en Climaterio y Menopausia en Madrid.

 

Destaca que su experiencia en la UANDES fue especial porque era su segunda carrera y tenía una familia formada. Sin embargo, disfrutó y fue parte del Centro de Alumnos, de las ayudantías y también fue Instructor Par, pero lo que más valora es la relación que estableció con sus profesores y compañeras. “La universidad tiene el sello de enseñarte a tratar bien al otro, y lo hacen a través del ejemplo, lo que es muy lindo porque uno aprende mirando a los profesores. Eso es algo que yo he aprendido y lo aplico en mi maternidad. Es una educación muy coherente, lo que buscan enseñarte, los profesores lo hacen, lo practican, lo viven”. 

 

Pese a que recuerda con cariño su vida en Chile, comenta que su futuro y el de su familia está en Europa. “He comprendido que el ser humano se adapta a todo, tengo 43 años y aprendí a hablar francés, superé un montón de obstáculos, que me demostraron que todo se puede en la vida”.